jueves, 23 de junio de 2011

Sea por siempre Bendito y Alabado


La mañana despierta fresca y soleada, antesala de un día en el que el sol más duro pondrá repintes de oro en las espigas que siegan los campesinos, y que se convertirán en Pan de Vida con el que saciarnos. Repican las campanas de la vieja torre centenaria, convocando a la Eucaristía en este día que reluce más que el Sol. Tras cinco siglos de historia, la fiesta sigue inmune a todos aquellos que intentan segarla de la misma forma que el trigo. Y con las luces del sol reflejadas en la plata y el oro, Dios Vivo sale a las calles. La procesión más imponente e importante del ejercicio cofrade marca su inicio y su fin antes de que el calor agache los claveles y gladiolos blancos que exornan la Custodia. Sacramento Vivo entre pétalos de niñas que recibieron a Cristo por vez Primera en el mes de María, una vez más, Testigo del transitar del Cuerpo y Sangre de su Hijo por las recónditas calles de la Sierra. Es el Día del Señor.

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