lunes, 28 de marzo de 2011

ESPERANZA


Dicen que el amor de Dios por su Hijo fue tanto que nos dio a todos una Madre Purísima e Inmaculada, la Virgen María. Si en el mundo la perfección existe, los sevillanos damos prueba de ello en el barrio de San Gil, donde habita una joven llena de Esperanza. La Macarena, perfección extrema de la Semana Santa de Sevilla, nos espera en su Basílica para darnos la vida y la luz que nuestro corazón necesita. El aroma a flores nos embriaga desde el atrio, signo certero de estar en presencia de la Madre de Dios, de la Reina de las Reinas. Si la Madre de Cristo nos llama desde cada Palio, desde cada Retablo, desde cada Templo, es en la Macarena donde nos encontramos con esa profunda paz y sosiego que nos hace decir al viento "Señor, qué bien se está aquí". La mujer hebrea suelta la corona de espinas para volver a ser Reina entre las Reinas y agarrarnos de la Mano de su Esperanza para vivir estos últimos días antes de alcanzar la Gloria misma, que será cuando el son de las campanillas de su Paso de Palio (Perfecto igual que Ella) nos anuncie que la Madrugá se arrodilla porque otra vez está la Macarena paseando las calles de Sevilla.

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