Compasivo, misericordioso, humilde y paciente. Así se nos presenta el Señor de San Lorenzo, que recibe de la mano del mundo la bofetada más dura que puedan darle, la sinrazón humana ante el Gran Poder Divino. Jesús nos muestra, desde lo alto del retablo de la Parroquia, que no hay mayor perdón que el poner la otra mejilla cuando nos dan la bofetá de la vida. Soporta paciente la burla del Tribunal que juzga su inocencia, que se mofa de una fe y religión que hoy sigue moviendo montañas. Cristo recibe en su cara la mano de Malco que muestra la mano de todos los que no siguen su Camino. Y San Lorenzo, mártir, seguidor de este Dios Vivo, consolará con San Juan el Dulce llanto de María, al ver cómo delante suya abofetean al Hijo del Hombre. El Barrio consuela a la Virgen, y pone la otra mejilla para que no golpeen al Señor.
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