
En las tardes de Marzo en que el tiempo parece volar, que el sol baña las espadañas de las torres que repican a la Gloria de los últimos cultos solemnes, en la plaza que lleva el nombre del Salvador del Mundo una puerta entreabierta da paso a la magia de la primavera, anunciada por el intenso olor a azahar que sale de su patio de Naranjos. En la escalinata de la Plaza, los jóvenes buscan el descanso del atardecer celeste en estas tardes de gloria, mientras en la quietud silente del patio de los naranjos otra escalinata nos dirige hacia la capilla sacramental del templo, en la que se alza majestuoso el Señor de Pasión sobre el sagrario que aguarda su Cuerpo Bendito. Señor de Pasión, Señor del Jueves Santo, Señor del Salvador. Pasión de nuestra vida, Pasión de nuestras almas, Pasión de tus hermanos, Pasión de todo aquel que se acerca a tu Capilla de Plata cual paso de Jueves Santo para pedir tu ayuda o darte las gracias por un nuevo día que está a punto de terminar. Pasión del Salvador, Pasión de Sevilla.
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